miércoles, 4 de octubre de 2023

D. Vicente Blasco Ibáñez le dió título al lienzo.

 En el año del centenario de D. Joaquín Sorolla.

Triste herencia. 1899.


 
1899 La Provincias


Joaquín Sorolla empezó a pintar el cuadro "Los hijos del placer" después de ver desde su estudio del Cabanyal  como chapoteaban uno niños en la orilla y vigilando la figura de un fraile, eran los asilados de San Juan de Dios.
 
 
Obra de estudio para Triste herencia.
 
Diez años después, en una entrevista en Nueva York relató lo que sufrió pintando la obra y los mucho que tuvo que esforzarse y que no volvería a pintar sobre ese tema. Fueron sus amigos, entre ellos Vicente Blasco Ibañez, los que le animaron a seguir con el cuadro que había dejado apartado" y le propuso el título de "Triste herencia".

"Estaban frescas las últimas pinceladas del cuadro titulado por unos Triste herencia y por otros Los hijos del placer, cuando en estas mismas columnas aparecieron dos artículos de Rodrigo Soriano, en los cuales, como experto conocedor en materias de arte, profetizaba exactamente el triunfo de París. En ellos se relataba la historia del cuadro que es curiosísima: como Sorolla no creía en él y después de bosquejarlo, no encontrándolo de su gusto se negaba a seguir adelante; hasta que una noche cenando en el Grao en casa del concejal Garrido, Soriano, Castrovido y yo, entusiasmados por la idea de la obra, logramos convencerle de que debía terminarla para conquistar con ella ese París que se rinde muy pocas veces a las eminencias extranjeras." Blasco Ibáñez. 1900.


 
Muchas veces, al vagar por la playa, encontré a un pintor joven –sólo tenía cinco años más que yo– que laboraba pleno sol, reproduciendo mágicamente sobre sus lienzos el oro de la luz, el color invisible del aire, el azul palpitante del Mediterráneo, la blancura transparente y sólida al mismo tiempo de las velas, la mole rubia y carnal de los grandes bueyes cortando las olas majestuosamente al tirar de las barcas.
Este pintor y yo nos habíamos conocido de niños, perdiéndonos luego de vista. Venía de Italia y acababa de obtener sus primeros triunfos. Convertido al realismo en el arte y abominando de la pintura aprendida en las escuelas, tenía por único maestro al mar valenciano, admirando fervorosamente su luminoso esplendor. Trabajamos juntos, él en sus lienzos, yo en mi novela, teniendo enfrente el mismo modelo. Así se reanudó nuestra amistad, y fuimos hermanos, hasta que hace poco nos separó la muerte.
Era Joaquín Sorolla.. "Flor de mayo"